Duelo | Dar Expresión y Superar Etapas de Cambio hacia el Aprendizaje
El Apego es un Juego de la Mente a Crear Necesidades y Dependencias Creando Expectativas Irreales
Los Duelos
Una de las causas frecuentes de consulta en terapia se deriva de procesos dolorosos que no se aceptan, entre la despedida, la muerte, el divorcio, las rupturas, cambios de vida, etc.
Cuando hablamos de duelos, hablamos de situaciones de apego. El apego es un juego de nuestra mente a crear necesidades y dependencias, con expectativas que muchas veces son más fruto del deber ser y de la fantasía, que de la propia realidad. Vivimos el estrés e incluso expectativas de un grupo social que juega con la necesidad de pertenencia.
El duelo surge de la expectativa que no se cumple y que nos aferramos a que se logre aunque en ello se nos vaya la vida, y digo la vida porque finalmente, el duelo tiene mucho contenido de miedo a vivir.
El duelo no resuelto es una manera evasiva de no enfrentar la realidad y de vivir en una situación que nos permita justificar el miedo al cambio y el miedo a asumir la realidad concreta que no se empata con lo que esperaba de la misma.
El duelo es una herida abierta que sangra y que no la dejo cerrar, el duelo me permite eternizar las situaciones que no enfrento:
• La muerte de un ser querido que no dejo partir con el pretexto de un amor malentendido de mi parte y que me sirve de pretexto ahora para no amar a nadie más o para no comprometerme con los que podría amar ahora…
• Una pareja que parte y que jamás perdón con la justificación de “entender” por qué no me quiso si yo…, que sólo me sirve para justificar que todas las experiencias amorosas son malas y ya no tomaré riesgos…
• El trabajo que se pierde por una injusticia y que hunde a la persona en no buscar una nueva oportunidad, porque nunca me van a valorar jamás.
Detrás de un duelo no resuelto está el miedo a la vida y el miedo al cambio, es la excusa perfecta para no lanzarme a la novedad y a vivir el día a día.
El duelo tiene un contenido de justificación del miedo en el dolor. Incluso en esta neurosis somos capaces de apoyar el miedo a la vida con el deber ser social, una falsa moral, la religión, etc. Por ej., Si hay un fracaso matrimonial, es común que a la mujer le den consejos desde el deber ser para no cerrar el duelo: “ahora dedícate a tus hijos que te necesitan”… “Tu deber es ahora estar sola y sacar adelante a tu familia”… Nos extrañamos de la cultura hindú en la quema de las viudas en la pira de los maridos, pero no distamos mucho de esas costumbres, solo que nosotros quemamos a las personas en el control social, más implacable aún que la propia ley y una religiosidad justiciera y poco compasiva.
El duelo es un acto de valentía, un acto enorme de amor y de reconocimiento de la realidad. El duelo requiere de la honestidad ante el fracaso presente que reordena el mundo, la visión de las cosas y de las relaciones conmigo mismo, con mis creencias, mi realidad y la sociedad.
Todo lo que no se habla se actúa, quizás puedo pensar que no hablar lo que siento es negarlo, pero mi cuerpo, mi vida, mis enfermedades físicas y psicológicas vas a gritar la realidad que niego. El duelo no resuelto lleva a depresión, estrés, tensiones, fobias, angustias, crisis de pánico, etc.
En realidad el duelo es el miedo a enfrentar mis fantasías de lo que debería ser y las expectativas propias y ajenas, sean de la familia, la sociedad o la religión. El miedo psicológico del que hablamos siempre se refiere a algo que podría ocurrir, si yo cambiara mi pensamiento y mis acciones, y no a algo que ya está ocurriendo.
Tu cuerpo y tu persona están aquí y ahora, pero la persona que no enfrenta el duelo vive anclada a los recuerdos del pasado y futurizando una probabilidad perdida, esta es la fuente de la ansiedad y de la desesperanza, perdiendo el poder de encontrar nuevos recursos y echar mano de los talentos en el ahora. Identificarse entonces con la pérdida es miedo a vivir y un apego a lo que ya no es. Ni se vive, ni se es, ni se muere, ni está presente… Es la sensación de vacío y de perdida de esperanza que en términos reales no tiene otro nombre que berrinche.
El primer paso de superar el duelo es desconfiar de que en mi soberbia, yo tenga la razón, y saber que estoy llamado a la Vida y a la Vida en abundancia. El hombre de ego tiene una necesidad compulsiva de “tener razón” en todo momento, defender las ideas y el deber ser, sobre la propia felicidad y aún a costa de la propia vida. Por tanto, tú, como ego, no pueden permitirte estar equivocado.
El segundo paso del duelo sería entonces rendirme en las expectativas reconociendo la pérdida. Observa tu vida y pregúntate que no funciona y qué relaciones están rotas, quizás algo ya no está funcionando adecuadamente de cómo percibes las cosas. El codependiente se aferra al duelo para no resolver y tiene su colección de frases compulsivas: “Claro, como no es tu hijo…”, “Claro, como no es tu pareja…”
El duelo pasa por etapas que muchos autores mencionan, entre la negación, la ira, la tristeza, la negociación, sin embargo, el paso más importante de este proceso es nada menos que el APRENDIZAJE. Mientras el aprendizaje del duelo no llegue, estamos condenados a repetir la historia y la receta, la vida no se cansa de probarte y poner el mismo examen hasta que aprendas.
El berrinche solo deja dolor, angustia, juicio, estrés y soledad. Madurar es cerrar ciclos y aprender. Esto es la vida finalmente.
Sé feliz!